29 junio 2006

¡Ojazos!

Esta foto tiene ya varios días, la pongo ahora porque Kyoko ha tenido la delicadeza de enviármela por email. Se trata de (atención) la primera foto de Kaito con los ojos abiertos.


(La verdad es que en esta foto ha quedado un poco Shin Chan.) :-P

NOTA: Prometo que cuando mi cerebro se haya acostumbrado a la falta de sueño, volveré a publicar cosas interesantes.

21 junio 2006

HOLA, MUNDO

Damas y caballeros, obsoletos y modernillos, internautas todos y seres pensantes en general...

Con todos ustedes, Kaito Soriano Koizumi.


Con un peso de 3700 gramos métricos y una altura de 49 centímetros parabellum, la fecha de lanzamiento definitiva fue el 19 de junio a mediodía.

De propina, aquí teneis una foto más, en la que se muestra a nuestro héroe profundamente dormido. (NOTA: El bebé es el que viste de amarillo.)

16 junio 2006

Espíritu "okupa" desde muy, muy joven

Todo el mundo ha visto las estadísticas que nos muestran la elevada edad a la que los jóvenes de hoy en día abandonan el hogar paterno. Que si nunca antes de los 30, que si muchas veces después de los 35... vamos, más tarde de lo que sería habitual, sea por lo cómo que se está en casita, por la especulación ladrillera o por lo que sea.

Pues bien, parece ser que algún día viviré en mis propias carnes el apalancamiento filial... o por lo menos, mi futuro vástago, Kaito, apunta maneras.

Resulta que por si no erais conocedores de ello, mi señora, doña Kyoko, se encuentra en avanzado estado de gestación. Tan avanzado, que el susodicho embarazo tenía que haber concluído hace ya una semana. Pero de eso nada, Kaito sigue "okupando" el recinto uterino y no parece tener ganas de salir. De hecho, hoy hemos acudido al hospital para una monitorización fetal... y ya es triste que tras las oportunas ecografías y resonancias, el médico diga "Este niño está muy bien... demasiado bien", y acto seguido nos mande de vuelta a casa.

En fin, que de seguir así la cosa, cuando nazca ya medirá metro ochenta, tendrá bigote y entradas, y dirá "¿Qué pasa, tron?". El domingo tenemos otro control hospitalario. A ver qué pasa.

13 junio 2006

Una vez hice un protocolo...

Rebuscando en el Imperio del Desorden y el Caos (AKA la carpeta "Mis Documentos" del ordenador de casa) encontré un ficherillo de texto cuya existencia había olvidado a pesar de la capital importancia que reviste. Se trata de la especificación del Simple Partition Transfer Protocol (SPTP). No, no te estrujes el cerebro tratando de recordar qué protocolo es ese... porque dificilmente lo habrás visto ni mucho menos usado: lo inventé yo hace año y medio.

Resulta que los protocolos que hacen posible el funcionamiento de esta nuestra querida Internet (TCP, IP, FTP, HTTP et altri) se definen en documentos llamados RFC (Request For Comments) y están a libre disposición del público en la web de RFC Editor, el organismo que se encarga de mantener el repositorio de tan valiosa información.

Si bien las especificaciones que acaban recibiendo el estatus de protocolos oficiales sólo pueden proceder del Internet Engineering Task Force (IETF) o bien de organismos relacionados (no estoy muy seguro de cómo funciona ese tema), RFC Editor admite el envío de documentos por parte de particulares, si bien a lo máximo que se puede aspirar en ese caso es a la publicación en forma de RFC Informativo o Experimental (vamos, que no puedes pretender diseñar el sustituto del TCP, enviarlo y esperar que lo estandaricen... a no ser que la gente del IETF se interese por el asunto).

Ahora bien, antes de ser publicado como RFC, todo documento ha de pasar por el estado de Internet Draft, es decir, borrador. Estos borradores se hacen públicos durante seis meses, tras los cuales son borrados de los archivos de RFC Editor; ahora bien, pueden enviarse versiones nuevas del documento cuando sea necesario, en cuyo momento se reinicia el contador de seis meses. La intención es que los comentarios de la gente ayuden a ir mejorando los documentos, hasta que alcanzan la calidad suficiente como para convertirse en RFCs.

Pues bien, en pleno delirio de grandeza, un buen día (bueno, me llevó unos cuantos) diseñé un protocolo para traspasar particiones de disco enteras de un ordenador a otro por medio de una conexión de red, de una forma sencilla. Por supuesto, el propósito de semejante invento no era otro que realizar copias de seguridad de las particiones del MSX, usando el ya veterano InterNestor y la recién nacida ObsoNET.


Pues bien, lo envié con el propósito de verlo publicado como Internet Draft y... coló. Llegué a enviar dos versiones y estuvo publicado hasta que expiró, hace ahora exactamente un año.

La idea original era hacer una implementación del protocolo (servidor para PC y cliente para MSX), que usaría para pulir los posibles fallos y lagunas de concepto que surgieran, y que pondría como justificación para pedir la publicación como RFC experimental. Pero me puse con otros temas y lo dejé, hasta que murió, digo, caducó.

Si alguien quiere echarle un ojo a tan fantabuloso protocolo y hasta incluso implementarlo, aquí lo teneis: Simple Partition Transfer Protocol (SPTP). Sería muy "bodito y herboso" que un protocolo diseñado para el MSX (y en cuya especificación se hace mención explícita al susodicho sistema obsoleto, por cierto) se convirtiera en todo un señor RFC. ¿Alguien se anima?

NOTA: El texto "fuente" lo redacté en XML siguiendo el marcaje propuesto en este RFC, y lo convertí al formato requerido (ASCII plano pero con ciertas normas de estilo y con índices, números de página, etc) usando esta aplicación en línea (la aplicación también se puede descargar, pero es un script TCL y creo que sólo el Linux se traga esas cosas).

12 junio 2006

Mil espams

Esta mañana, al revisar mi correo, me he encontrado con lo siguiente:


En efecto, acabo de superar la triste marca de los mil correos basura recibidos en un mes (GMail borra automáticamente dichos mensajes un mes después de su recepción). Y suerte tengo de que el filtro anti-spam de GMail se los traga casi todos.

Esto ya traspasa todos los límites tolerables. El correo basura es hoy por hoy el problema más grave de la red (quizá seguido de cerca por los intentos de la SGAE por cobrarnos cada vez que digamos "internet"), y no hace sino agravarse día a día.

Uno se pregunta si realmente no puede hacerse nada para solucionar esta plaga. ¿De quién es la culpa? ¿Leyes insuficientes o que no se hacen cumplir? ¿Usuarios estúpidos que responden a esos mensajes? Es que encima, para más recochineo, se conoce la identidad de los "grandes magnates" de este acoso electrónico, los responsables del envío de una buena parte de esta basura. ¿No se podría enviarles unos matones y que les den una buena paliza? Porque si siguen así, van a saturar las comunicaciones electrónicas de todo el planeta.

En fin, a mí estas cosas es que me sacan de quicio y tal. Voy a tomarme un Gradium a ver si me calmo.

08 junio 2006

Mi prehistoria informática

Pues sí, queridos amigos. No siempre he sido un prohombre de las artes obsoletas. Hubo una época, ya lejana, en la que el que la presente suscribe apenas sabía nada sobre ordenadores; los vastos conocimientos al respecto de que ahora dispongo fueron poblando mi intelecto a base de horas pasadas frente a las susodichas maquinitas, amén de un puñado de curiosas experiencias.

En esta entrada os voy a contar algunas anécdotas acaecidas en esos entrañables tiempos de mi iniciación en el tema informático; algunas de ellas son anteriores a la posesión de mi primer MSX. A mí me parecen sucesos dignos de recordar, si bien es posible que en ti susciten menos interés que la boda del primo segundo del que le vendió el coche a Farruquito. Avisado estás.

El primer recuerdo que tengo respecto al uso de estos curiosos aparatos me remonta a un día cualquiera de mis aproximadamente diez años (ergo, circa 1984). Mi padre trabajaba en Telefónica y en esas épocas me llevaba a veces a la central cuando por algún motivo debía acudir fuera del horario laboral y escolar (mayormente, creo que por tener que estar de guardia por si las averías). A mí me fascinaba ver tantas máquinas raras, los armarios de cables, el silencio reinante a excepción del zumbido de los idems (los cables) y el chasquido de relés... pero un día, una de esas maquinitas me llamó especialmente la atención. Tenía un teclado que parecía sacado de una película de los años 60 ó 70, y una pantalla en fósforo verde (y sólo texto, ofcoursemente). Era una de esas cosas llamadas "ordenadores".

Tras obtener el permiso paterno, me planté frente al teclado y pulsé una tecla. ¡¡Sorpresa, apareció un carácter en la pantalla!! Y pulsando otras teclas aparecían otros caracteres. Curiosa máquina. Enseguida descubrí que había unas teclas que no eran como las demás: tenían pintadas unas flechitas, y al pulsarlas, la línea parpadeante de la pantalla se movía, y los caracteres escritos aparecían en otro sitio. Acababa de descubrir los cursores.

Ante tamaña demostración de poderío tecnológico, mi mente no tardó en encontrar una utilidad para el susodicho aparato... sí amigos, armado con los cursores y con la tecla de asterisco, dibujé en la pantalla una figura compuesta íntegramente por asteriscos: puro arte ASCII. Y cuando creía que ya había exprimido al máximo toda la potencia de semejante monstruo mecánico, se acerca mi padre, pulsa una tecla que me había pasado desapercibida y... se empieza a oir un chisporroteo. Era una impresora, y ¡mi obra de arte había quedado plasmada en papel! Un hecho insólito que repetí varias veces, con distintos dibujos.

Así que ya sabeis, amiguitos... os digan lo que os digan, el primer nestorware de la historia fue el NestorAsteriscos.

La siguiente anécdota nos lleva hasta la sección de informática del Contipryca (por aquel entonces aún no se llamaba Carrecuatro). Eran los primeros tiempos de la popularización de los ordenadores de 8 bits, y varios ejemplares de diversas marcas y modelos estaban expuestos a la entera disposición de los curiosos ojos y manos del público, y además sin ninguna vigilancia (algo que hoy en día cuesta creer).

Pues bien, me planté detrás de un mozalbete (mayor que yo, aunque no debía tener tampoco muchas primaveras) y observé que se puso a teclear algo que empezaba con "COLOR". Pulsó una tecla gorda que había en la parte derecha del teclado y... ¡milagro! ¡¡El color de la pantalla cambió!! Descubrí así dos hechos trascendentales sobre los ordenadores:
  1. Son capaces de mostrar colores. ¡Cómo avanza la técnica!
  2. Se les puede dar órdenes a través del teclado, y además de forma muy sencilla: basta escribir COLOR para cambiar el color de la pantalla, ¡qué inteligencia artificial más asombrosa!
Este suceso, unido probablemente a otros similares que no recuerdo, me hizo cobrar verdadero interés por estos enigmáticos inventos.

Saltamos ahora a mis primeros días como usuario de MSX, cuando estaba leyendo manuales e intentaba descifrar de qué iba todo eso del BASIC y compañía. Tecleé un par de líneas de ejemplo que encontré creo que en uno de los manuales de mi Canon V-20, que ni siquiera eran un programa sino que se ejecutaban en modo directo. Ni me molesté en averiguar qué hacían esos comandos, simplemente los tecleé para ver si efectivamente conseguía que el ordenador hiciera algo, lo que fuera.

Pues bien, tras teclear la primera línea y pulsar la tecla gorda para hacer bajar el cursor... el color de la pantalla cambiaba a otro bastante feo. Vaya engorro. Volveré a teclearlo todo, a ver si lo he hecho mal... nada, lo mismo. ¡Yo no quiero que cambie el color de la pantalla! Entonces se me ocurrió una triquiñuela: tras teclear la línea, en vez de pulsar la tecla gorda, usaré el cursor abajo para cambiar de línea. ¡Funciona! ¡Qué listo soy!

Pero resulta que mi padre, que había contemplado la escena, me aleccionó sobre la futilidad de mi acción:

Cuando escribes un comando, tienes que pulsar ENTER para que se ejecute. Si no pulsas esa tecla, lo que has escrito no sirve de nada.

Así pues, quedaron grabados en mi cerebro otro para de descubrimientos cruciales:
  1. La tecla gorda de la derecha se llama ENTER.
  2. Esa tecla sirve para que el ordenador realmente haga lo que le ordeno (¡es verdad, el tío del Contipryca la usó para cambiar el color!)
Poco después de ese feliz suceso hice lo que quizá fue mi primer programa. En una revista había un programa que sumaba y restaba, con interfaz de usuario en plan "Introduce los dos números" y "Pulsa 1 para sumar o 2 para restar". Pues bien, amplié ese programa para que, además, restara y multiplicara. No os podeis imaginar lo ancho que me quedé tras dicha hazaña; pensé algo así como "Ya soy un jaquer" (aunque aún no existía esa palabreja).

Mucho después, ya acercándonos peligrosamente a los años 90, vi en una revista de MSX un reportaje sobre los disketes; creo que fue la primera vez en mi vida que vi un idem, aunque fuera en foto. Descubrí que eran un medio de almacenamiento infinitamente mejor que las cintas: más fiables, más rápidos y con más capacidad. Vaya, ojalá algún día pueda usar estas cosas en mi ordenador... pero qué va, estoy soñando, son demasiado caros.

El concepto de diskete hizo sin embargo brotar una duda en mi inquieta cabecita. Veamos, cuando uno tiene una cinta con varios programas, para cargar uno de ellos lo que hace es avanzar/rebobinar la cinta hasta la posición deseada, pulsar PLAY en el casete y teclear la orden LOAD correspondiente. Un diskete, en cambio, simplemente se mete en la disketera y ya está... entonces, ¿cómo se hace para seleccionar el programa deseado? Un gran misterio que permaneció irresoluto hasta unos cuantos años después, cuando me inicié en los entresijos del MS-DOS.

Para terminar este rollo, a ver si adivinais qué pasó por mi cabeza la primera vez que tuve en mis manos un diskete de 3.5"... pues en efecto, lo siguiente:

Esto debe ser lo que llaman "disco duro", puesto que no puedo doblarlo como los disketes normales (los de 5.25")

Y colorín colorado... obsoletos nos hemos quedado.

06 junio 2006

Obsolescencias en Japón

Como ya sabrás, avezado visitante, un servidor es friki confeso de los ordenadores MSX. Pues bien, el mejor lugar del mundo para alguien con tan extravagante afición es, por supuesto, Japón. En esta entrada os voy a soltar un poco de rollo al respecto y de paso mostraros algunas fotos que hice en el susodicho país. Todas están tomadas durante mi primer viaje, en agosto de 2001.

Poneos en situación. Llego a Japón por primera vez en mi vida. Una vez ubicado en casa de Kyoko, inmediatamente después de soltar las maletas, le digo a mi por aquel entonces futura cónyuge: "Llévame a ver tiendas de maquinitas." A lo que ella sorprendida me responde: "Acabas de hacer un viaje de casi veinte horas, ¿no prefieres descansar un poco?" A lo que yo: "No. Puedo aguantar. Quiero ir a ver tiendas de maquinitas."

Total que nos dirigimos hacia Den Den Town, el barrio de las tiendas de maquinitas de Osaka (algo así como el tokiota Akihabara). Peeeero, cuando ya hemos bajado del último tren y enfilamos la calle principal... como justo castigo a la bravuconada, el jet-lag me ataca sin previo aviso, me da tiempo a decir "Estooo, Kyoko... creo que... me... mue... ro..." antes de casi desmayarme, y hemos de volver a casa corriendo, tras lo cual únicamente me da tiempo a desplomarme en la cama. Moraleja para viajeros: cuando llegues a destino tras un viaje tan largo, descansa, aunque la emoción de estar en Japón (¡¡estás en Japón!!) te mantenga temporalmente eufórico y despierto.

Al día siguiente, una vez reanimado, volvemos al mismo lugar, y al entrar en una tienda me encuentro con lo siguiente:


Sencillamente, no se puede explicar con palabras. Es la apoteosis, el acabáramos, el no va más. Pero eso fue sólo el principio. En otras tiendas encontré un poco de soft obsoleto:


Pero no se vayan todavía, aún hay más:




En la primera puedes ver, a la izquierda, que también se venden juegos sin caja, es decir el cartucho a pelo.

Claro que a veces no es todo tan bonito, como se puede ver en la siguiente foto. ADVERTENCIA: Esta foto puede herir tu sensibilidad.


Pues sí, en muchas tiendas de maquinitas existe la caja de Junk, es decir despojos; te venden esos ordenadores a un precio irrisorio (algunos incluso a cien yenes), pero sin ninguna garantía de funcionamiento. Vamos, como ir al chatarrero; ideal para los que buscan piezas sueltas o son verdaderos macguivers. No es mi caso.

Otra de las cosas que uno descubre en estas peregrinaciones, y que por otra parte resulta ser completamente lógica, es que en Japón se vendieron en su día multitud de modelos de MSX de cuya existencia ni siquiera nos enteramos en el resto del mundo. Ver si no estos dos ejemplares:




Fijaos además, en que este último parece tener capacidades de digitalización de imágen o similar, puesto que tiene unos leds que indican Super, Television, Computer. A saber.

Para terminar, un par de fotos que hice en Akihabara aprovechando una escapadita a Tokio que hicimos. La primera es la tienda en la que compré un Turbo-R, junto al que, a traición y con alevosía, me endilgaron una impresora, por supuesto de MSX.


Y esta foto de pésima calidad hecha en el hotel, muestra todos los adminículos que adquirí ese día. Creo que después de hacer esa foto aún compré más cosas, no lo recuerdo bien. Eso sí, imaginaos después la papeleta de volver cargados con todo eso a Osaka en tren... lógicamente, Kyoko se defecó en mis difuntos unas cuantas veces.


Pues bueno, espero que ahora entiendas un poco más el sentido del Principio Máximo del Frikismo que afirma que Todo friki ha de peregrinar a Japón al menos una vez en la vida. Felices sueños.

NOTA: Todas estas fotos, más algunas de bonus, están en Flickr.

04 junio 2006

Yo sólo quería jugar al Tetris...

Este hombre sólo quería un poco de entretenimiento sencillo, sin complicaciones... por eso se compró la Super Gueim Yía-Power Shield y el Tetris, juego sencillote donde los haya. Pero, ¡ay!, ya no hacen los Tetris como antes y/o el programador había tomado Colacao por vía intravenosa. (Enlace alternativo)



NOTA: Lo que aparece al final son bloques con las palabras "cocina", "baño", "salón" y similares; tras lo cual aparece un mensaje que dice Alquiler: 60.000 yenes al mes. Ains, qué barata está la vivienda en Japón...