29 octubre 2009

Simyotizando

Hace un año y medio os comentaba que había abandonado vilmente a Vodafone como compañía proveedora de servicios de telefonía celular (toma ya) para pasarme a Yoigo, aún a sabiendas de que Simyo ofrecía mejores condiciones preciosas (de precio, vaya), dado que no me fiaba de la rabiosa juventud de la susodicha.

Pues bien, habiéndose acabado el contrato de permanencia yoiguero y viendo que Simyo seguía ofreciendo unas condiciones en principio molonas (sin contrato de permanencia, sin consumo mínimo, teléfonos libres desde el principio, y tarifa única bastante atractiva) decidí dar el salto y migrar las líneas familiares a la susodicha compañía telefonera.

Dado que el teléfono de Kyoko estaba sumamente muerto (esta mujer parece que come teléfonos), decidimos aprovechar la migración para comprar uno nuevo. El modelo elegido fue el Nokia 2760, por 60 oros (téngase en cuenta que es libre). Este fue el contenido del paquete recibido correísticamente:


En cuanto a mí, dado que el Nokia 6151 yoiguero aún estaba en forma, decidí reciclarlo y seguir usándolo con Simyo. Pero, ah, direis, los teléfonos de Yoigo no son libres. "No problemo", pensé yo en un alarde de ingenuidad, "basta llamar al departamento de atención al cliente yoiguero, pedirles el código de liberación que están obligados a darme pasado el período de permanencia, y en unos días tendré mi teléfono libre y todo el mundo estará feliz y contento".

¿De verdad creeis que me dieron el código? Pues va a ser que:

¡JA, JA!

Un mes después de realizada la petición del susodicho, no tenía noticias de ellos. Llamé para preguntar cómo estaba el asunto, y la respuesta fue algo así como: "No damos plazos para la entrega del código".

En resumen, que pasaron de mí como de esta simpática amiguita:


"Bueno", pensé, "resignación: tendré que liberar el teléfono". El problema es que dicha operación suele ser algo carilla, y no quería gastarme 30 oros en liberar un teléfono que me costó 9.

La solución por la que finalmente opté fue la compra de una tarjeta I-SmartPhone en la tienda onlain todoxsim.com. Se trata de una tarjeta del mismo tamaño que la SIM, pero mucho más fina, que se coloca en el teléfono pegada a la SIM original y engaña al teléfono haciéndole creer que es libre. Desembolsé 10 oros por la susodicha, y parece que funciona bastante bien. El problema es que la tarjetita no es completamente plana, tiene un chip que sobresale y te obliga a darle un doloroso tijeretazo a la SIM, como se puede ver en la siguiente instantánea:


Pero en fin, la conclusión es que parece que Simyo mola (al menos por ahora) y Yoigo no mola tanto como parecía.

Bonus

Por supuesto, ¿qué sería de este blog sin las fotos pseudo-aleatorias y en su mayor parte kaitónicas? Pues hala, que se note.


- Huy, no me gusta nada esa tos... me va a tener que tomar tres gominolas y un burmarflax cada ocho horas.


- ¿Qué te parece? ¿Montamos ya el museo de arte moderno?


Nuestro héroe se dirige un día más a salvar el mundo y velar por nosotros, de forma anónima y desinteresada. Un aplauso por él.


- Aquí tienes lo tuyo: cinco nubes de azúcar, dos regalices rojos y tres gominolas de cocacola... venga, págame rápido que la poli está husmeando...


Qué dilema, ahora no sé si yo también tengo que cerrar la puerta o no...


- I te lo advise only one time: I will llamar the grua for que taking your foquin coche!


- ¿Qué pasa? ¿Quieres pelea? ¡Acércate que te voy a hacer una cara nueva!
- Jolines, cómo está la juventud...


- Alégrate, hijo mío: algún día el Twingo familiar será tuyo.
- ¡Pero qué pesado! ¡Que yo lo que quiero es una Jarley!

01 octubre 2009

El spam no conoce límites

Sencillamente a-co-jo-nan-te:


Creo firmemente que si los espamers dedicaran al progreso de la humanidad todo el esfuerzo que dedican a fastidiar al prójimo, a estas alturas estaríamos paseándonos por Marte.