05 septiembre 2007

Han matado al Twingo

Anoche tuve un sueño muy bonito. En él, por fin conseguía realizar el que ha sido mi sueño automovilístico desde 1993: tener mi propio Renault Twingo. Además, era el modelo QuickShift, el que tiene cambio secuencial convertible en automático. El sueño era increíblemente realista: recuerdo estar extasiado conduciéndolo, el olor a nuevo ominpresente, e incluso recuerdo cambiar de marcha tal como ocurre con este tipo de cambios (movimiento hacia arriba para subir de marcha, hacia abajo para bajar, sin embrague). Lo dicho: la felicidad absoluta.

Pero, ay, sólo era un sueño, e inevitablemente desperté. Más tarde, por simple curiosidad, me metí en la web de Renault y... lo que vi me heló la sangre.

El Twingo original ha sido retirado del mercado. Ya no se vende. Hace dos años que sabía que este momento tenía que llegar, pero aún así, ha sido un duro golpe.

Pero eso no es todo. Resulta que ahora venden otro coche al que también han llamado Twingo. El aspecto del mismo es tal que este:

Foto tomada de www.diariomotor.com

La pregunta que viene a la mente (al menos a mí) al ver semejante engendro es obvia: ¿Cómo se han atrevido a llamar Twingo a un vehículo que no tiene nada que ver con el mito original?

Sí, he dicho mito; y sé que a más de uno eso le causará hilaridad, pero bueno, lo único que ello provocará será la activación de las glándulas sudoríparas de mi miembro viril. El Twingo era un coche con un diseño rompedor, que no dejaba indiferente a nadie (esta frase es muy arquetípica, pero bueno (esta frase también, pero GOTO 10)); además era pequeño por fuera pero enorme por dentro (suena a anuncio pero es cierto), y enormemente práctico y funcional (lo idem). Había quien lo odiaba, a otros muchos como yo les encantaba. Para mí ya es tan legendario como el Citroën 2CV o el VW Beetle.

Entiendo que quisieran renovarlo un poco, pero, ¿qué demonios es esto? Es un refrito del Clio, ni más ni menos; no se diferencia en nada de cualquier otro coche de cualquier otra marca; es un coche más, no es un Twingo.

Es una lástima, pero el tiempo se me ha pasado y no he podido comprarme mi propio Twingo. Primero por ser un estudiante sin oficio ni beneficio; después por ganar una miseria; y finalmente, por estar secuestrado por los infames Hijoputeca y Eurrobor.

En fin, al menos me queda el consuelo de haber conducido durante unos cuantos años el Twingo que mi madre finalmente compró para sí misma por pura machaconería mía.