No soy amigo de tales eventos, primero por mi bien conocido (o no) ateísmo recalcitrante, y segundo por el ambiente lúgubre y triste que se respira en los mismos. Y por supuesto no quería que mi retoño se traumatizara con la historia de un presunto señor presuntamente nacido de madre pero sin padre al que presuntamente clavaron a un trozo de madera.
Así pues, dada la candidez que aún emana de un infante que está por cumplir cuatro años, decidí inventarme mi propia historia para explicarle lo que estaba viendo, igual de falsa que la supuesta historia real pero bastante más entretenida. La comparto con vosotros por si algún día os veis en similar situación.
Nota: No hice fotos del acontecimiento (no tenía la cámara a mano, y tampoco habría podido hacer fotos con un mastodonte de 17 kilos en brazos), las idems que aquí veis las he robado vilmente de aquí y allá en los internetes. Los derechos de todas las imágenes pertenecen a sus respectivos propietarios y bla bla bla... vamos, lo de siempre. Allá vamos.



- Verde oscuro: Amantes de las espinacas.
- Naranja y negro: Les gustan las naranjas y la cocacola.
- Amarillo y verde claro: Se pirran por la limonada y los helados de limón y menta.
- Rojo: Se pasarían el día comiendo fresas.
- Blanco: ¿Qué hay más rico que la nata montada?
- Azul: Les gusta jugar con plastilina azul (esto se le ocurrió al propio Kaito).



- A la primera señora le habían puesto velas de bombilla en vez de velas de verdad. ¿Cómo va a soplar las velas así?
- Al segundo señor le habían puesto velas de menos. Qué falta de organización.
- La tercera señora no tenía ninguna vela, ¡se habían olvidado de ponerlas! Claro, era la más triste de todas, muy cabizbaja ella.
- La tercera señora resulta que cumplía años el día siguiente, y estaba preocupada por tener que esperar un día para soplar, ya que el viento podría apagar las velas mientras tanto.
Y para terminar, de vez en cuando se oía algún cohete, que asustaba un poco a Kaito. Le tuve que explicar que dentro de las puntas de los puntiagudos hay un globo, que explota cuando pinchan a un niño malo. Pero como Kaito es muy bueno, pues no pasa nada.
En fin, prueba superada, supongo. El único problema de todo esto, es que a Kaito le ha gustado la historia, y ahora todos los días nos dice que quiere ir a ver a los puntiagudos...