29 noviembre 2006
Linux y el caso de la risa de Kaito
"Mañana tu padre viaja a Granada y quiero aprovechar para darle a tu tia este teléfono multimedia que no usamos, me gustaría que el tono de llamada fuera la risa de Kaito. Tenemos un video [en formato MP4] donde Kaito se rie, ¿puedes pasar ese sonido al teléfono?"
Nuestro héroe piensa "esto es un trabajo para SuperLinux", y se pone teclas a la obra. Este es el proceso seguido:
1) Búsqueda goglera de algo similar a "extract audio MP4 linux". Encuentro un foro en el que un señor explica cómo hacer eso con un tal ffmpeg. Casualmente ya lo tengo instalado, intento llevar a cabo la conversión y... mala suerte, parece que no tiene el codec de MP4.
2) Más búsqueda goglera, infructuosa esta vez, tras lo cual pienso: "Coñe, igual puedo sacar algo de Automatix".
3) Ejecución de Automatix y, en el apartado multimedia, efectivamente encuentro dos programas interesantes: avidemux y audacity. Los instalo.
4) Cargo el video con avidemux y consigo extraer el audio en formato WAV. Bien.
5) Cargo el WAV en el audacity, lo recorto adecuadamente, y al intentar exportar en formato MP3... "este programa usa lame para la codificación MP3. Debes descargarte las fuentes y compilarlas y..." y una mierda pa ti. Grabo el recorte de nuevo en WAV.
6) Pienso "¿Y si...?" Desde un terminal ejecuto lame y, ¡premio, lo tengo instalado!
7) Ejecuto lame -h Kaito.wav Kaito.mp3 y ya tengo un bonito MP3 con la risa de mi vástago.
8) Enchufo el adminículo para Bluetooh al puerto USB, busco en los menús del Kubuntu y... sorpresa, hay instalada una aplicación para intercambio de ficheros por Bluetooth.
9) Transfiero el susodicho fichero al teléfono, lo establezco como tono de llamada y... ¡prueba superada!
Por cierto, el susodicho video es este:
Conclusión: Linux mola casi tanto como Kaito.
17 noviembre 2006
Horno venerable
Se trata de un horno (o combinado encimera más horno o multifucnión o como se llame) que ha estado funcionando en mi casa hasta hace unos pocos días, y que podeis ver en esta foto:

El fabricante era Fagor, y no quedaba rastro de ninguna pegatina ni placa que permitiera identificar el modelo, pero en la pared frontal ponía Gem Blue (¿nombre comercial o simple adorno?) Tenía características tan "avanzadas" como girapollos (o como se llame), luz en el horno, reloj que hacía "rinrinrin" cuando llegaba a cero, y encendido automático de los fogones merced a unas bujías que había en los quemadores y que hace tiempo que se desintegraron. Además, disponía de un enchufe en el frontal que permitía conectar aparatos adicionales cómodamente.Imagino que los funcionarios del ayuntamiento que pasaron a retirarlo debieron alucinar en RGB cuando vieron semejante trasto. Casi podríamos haberlo donado a un museo.
Como bonus, y sin venir para nada a cuento, hete aquí una instantánea del supervisor jefe de esta web:
"Mi papá me ha dicho que para ser un buen comunista, tengo que mamar Linux desde pequeñito."
01 noviembre 2006
Kubuntu 6.10: El gran fiasco
Todo comenzó hace unos días, cuando los señores de Canonical anunciaron el lanzamiento de (K)Ubuntu Edgy Eft (Ubuntu 6.10 para los amigos), y a un servidor se le ocurrió la desafortunada idea de actualizar su Kubuntu Dapper Drake (6.06 para los idems) a la nueva versión, siguiendo los pasos anunciados en la web de Kubuntu.
Después de una atribulada instalación (se me paraba con el descriptivo mensaje dpkg has exited with error code 1, y tuve que desactivar los repositorios multiverse y ejecutar apt-get -f install un par de veces), reinicio la máquina, me pide el nombre de usuario, se lo doy y... se cuelga. Así de claro. El fondo de escritorio en pantalla, el cursor en el centro, y sin respuesta al teclado ni al ratón.
Pruebo a arrancar en modo de recuperación, arranco el entorno gráfico con startx, con kdm y con gdm, y ocurre lo mismo. Reconfiguro las X con dpkg --reconfigure xerver-xorg (o algo parecido), y nada.
No me ha quedado más remedio que reinstalar mi Dapper Drake desde cero. Sobre lo cual, por si me están leyendo tiernos infantes, diré únicamente que es un enorme fastidio, aunque me quedo con las ganas de usar términos más altisonantes.
En realidad la culpa es mía, por no haber inspeccionado un poco las reacciones de la comunidad internauta (oh, ah, qué bien suena eso), puesto que por lo visto no soy el único que ha tenido problemas al actualizar. El consejo que más se repite en todas partes es: NO actualiceis de Dapper a Edgy. Si quereis probar la nueva versión, haced una instalación limpia.
Por lo menos, el incidente me ha servido de excusa para probar el nuevo Automatix, ese programilla que instala en un Ubunto virgen todo aquello que se suele echar en falta (por ejemplo los codecs de audio y video). La nueva versión 2 está bastante mejorada: ahora la selección de los programas a instalar se muestra dividida en categorías, y lo que es más importante, ya no te pregunta cien veces si "quieres continuar": la instalación de todos los componentes se para sólo una vez, cuando está instalando el plugin de Java para Firefox (por lo que es recomendable instalar primero el susodicho y después todo lo demás, o viceversa).
Automatix 2 tampoco ha podido instalar el paquete "KDE Extras", porque dice que los paquetes no están autenticados o algo así. Pero nada que no solucione un apt-get install kde-extras.
Más grave es el hecho de que el nuevo kernel que instala Automatix, el 2.6.15-27, no funciona: la pantalla se queda negra a medio arranque, y el idem no pasa de ahí. Suerte que grub me da la opción de arrancar con el kernel antiguo, el 2.6.15-23.
Como simpática anécdota, os comentaré que a mi lado tengo a Kyoko, que lleva todo el día peleándose con la instalación de los drivers de nuestra multifunción (una Epson DX4800): le reconoce la impresora pero no el escaner. Por cierto que es un Windows XP japonés.
Al preguntarle si prefiere los problemas de Windows o los de Linux, me ha respondido: yo los veo iguales. ¡Maldita sea! Si no hubiera intentado actualizar mi Ubuntu, ahora Linux iría ganando.
En fin, suerte que en casos como este, uno siempre puede recurrir al "pringao" de turno para que le saque las castañas del fuego:

¡Al final siempre me toca arreglar el desaguisado!
¡Anda, aparta y déjame a mí!